Un pastor poeta en Orihuela
La higuera en el patio de Miguel Hernández, en su casa de Orihuela |
Publicado en la Guía de Otoño de El Viajero en El País, 24/10/2022
Por la tarde el sol enciende en ocre y azul las fachadas de la calle de Arriba, en Orihuela. A la sombra de los aleros hay sillas donde charlan los vecinos y dos críos juegan con un mirlo que no puede volar; lo manosean y lo lanzan hacia lo alto y el pobre pájaro dice en la lengua de los mirlos: socorro. Cruzando un arco, en la plaza que aparece señalada en los mapas turísticos como Rincón Hernandiano, se encuentra la casa museo de Miguel Hernández, donde vivió el poeta campesino con sus padres y hermanos desde los cuatro años hasta que en 1934 se fue a Madrid por segunda vez. Es una sencilla construcción de una planta que se restauró en 1985 recreando la vida de la familia: el salón comedor con su alacena donde hay siempre limones y cebollas, la habitación de sus padres y la de sus hermanas Elvira y Encarna, y el dormitorio que compartía con su hermano Vicente presidido por una cama que perteneció al poeta y varios originales de los dibujos con los que ilustró algunos de sus versos. Desde la cocina se accede al patio con el cobertizo para las cabras que pastoreó el adolescente Miguel cuando empezó a ir mal la economía de la familia, y al huerto donde abre sus brazos la higuera que perfumó sus versos: Mi carne, contra el tronco, se apodera / en la siesta del día / de la vida, del peso de la higuera. En el Centro de Visitantes se exponen primeras ediciones y manuscritos del poeta, fotografías con compañeros del colegio y también con compañeros de la palabra como Alberti, Lorca, Carmen Conde, Salinas, María Zambrano, Aleixandre o los Panero, y también se puede oír su voz temblorosa desgranando la Canción del esposo soldado en la única grabación que se conserva de las que le hizo Alejo Carpentier en su estudio de París.
Casa Museo Miguel Hernández |
Patio de la casa del poeta |
En la calle Miguel Hernández una sencilla placa indica el portal que ocupaba la tahona de Carlos Fenoll, el panadero poeta. Aquí se reunía el “Grupo de Orihuela”: Ramón Sijé, Jesús Poveda, Antonio Gilabert, Manuel Molina, Miguel Hernández o el propio Fenoll, que en 1931 animaron a Miguel a marcharse a Madrid en busca de gloria. Bajando por la calle Santa Lucía está la plaza de Ramón Sijé, donde en abril del 36 el poeta leería un emotivo manifiesto en memoria del amigo muerto. En el Palacio del Portillo, que entonces era el Círculo Católico, recitó sus primeros versos. Frente al palacio se levanta la catedral del Salvador y Santa María con dos puertas góticas y una renacentista, hermosas rejerías y un órgano barroco. Detrás, junto al sobreclaustro de la catedral, destaca la austera fachada barroca del Palacio Episcopal con el Museo Diocesano de Arte Sacro, que exhibe en su pinacoteca La tentación de Santo Tomás de Velázquez. Justo al lado vivía Ramón Sijé, ya cerca del río, y cruzando el Puente Viejo se llega enseguida a la plaza Nueva en cuyos bancos charlaba el poeta con Josefina Manresa cuando eran novios. En el ateneo del Casino Orcelitano, un precioso edificio modernista decorado con vidrieras y azulejos, recitó Miguel Hernández en 1933 la Elegía media del toro.
Una calle de Orihuela |
Este año se conmemora el 80 aniversario de la muerte del poeta, que nació en otoño un 30 de octubre de 1910. En 1976 se rindió en Orihuela un Homenaje de los pueblos de España a Miguel Hernández al que se sumaron escritores y cantantes, y artistas como Castejón, Genovés o Ibarrola pintaron murales para reivindicar su figura en las fachadas del popular barrio de San Isidro. En 2012 se recuperó la iniciativa restaurando y añadiendo más de doscientos murales de artistas y colectivos que han convertido el barrio en una colorida galería llena de versos y alumbrada por el sol. Cada año hay una convocatoria para valorar nuevas propuestas, y una feria donde artistas y artesanos ofrecen sus creaciones.
Al abrigo de la sierra, el Palmeral de
Orihuela es el segundo más grande de Europa; tiene forma de media luna surcada
por una acequia y conserva los bancales y cauces del primitivo sistema de
regadío islámico que alimentaba desde el suelo tres capas de cultivo:
hortalizas, frutales y palmeras. A sus pies se dilata la Vega Baja del Segura que
impregnó de campo los versos de Miguel Hernández: Aquí
la vida es pormenor: hormiga,/ muerte,
cariño, pena,/ piedra, horizonte, río, luz, espiga,/ vidrio, surco y arena.
Los amantes de la bici tienen
multitud de rutas que parten de Orihuela y se adentran en el paisaje
hernandiano: por el casco histórico y los Sotos del río, por el embalse de la
Pedrera hasta las playas, por el camino del Cid hasta Elche, o la gran ruta del
Corredor Verde del Segura que viene desde Guardamar y llega hasta Murcia
pedaleando. Para los andariegos, la Senda
del Poeta es una ruta hasta Alicante en tres etapas que pasa por Redován,
donde nació su padre, y por Cox, donde vivió un tiempo tras casarse con
Josefina en 1937. En su boda vestía el uniforme del ejército popular y el reloj
de oro que le había regalado Vicente Aleixandre, a quien años atrás había
escrito para que le enviara un ejemplar de su libro La destrucción o el amor.
Y aunque entonces empezaba a ser un poeta reconocido, firmó la carta como: Miguel
Hernández, pastor de Orihuela.
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