La mente de las plantas
Emilio Pérez Manzuco y Mónica Grandes, fundadores de Bauplan |
Publicado en El Asombrario y publico.es, 30/01/2023
Nos gusta pensar que un nuevo año va a
estrenarlo todo. Que los meses son un horizonte llano donde aún no habíamos
sembrado nada, donde echaremos el germen de nuestros propósitos y entonces todo
brotará verde, brillante. Pero enero ha despojado a la tierra de todo lo que
tenía y se la ve desnuda y aterida. Sin sus hojas, los árboles son estructuras quietas
que respiran como animales dormidos esperando a la primavera. Ahí fuera hace
frío y el fuego que lame el tronco enciende una línea entre el pensamiento y la
intemperie. ¿Sufre el brazo del árbol cuando se quema, me pregunto, o es solo
leña de un árbol que cayó? ¿Sabe ya el árbol que ha sido derribado?
Algunos
de los más prominentes teóricos de la mente creen que las plantas piensan. El
biólogo especialista Daniel Chamowitz afirma que son entes activos y muy
sensibles, y que están constantemente negociando con los estímulos que reciben
de su entorno. En 1880, Charles Darwin y su hijo Francis
ya defendían que la sensibilidad de las plantas (su capacidad de moverse o
modificarse ante esos estímulos) requería de algo análogo a los órganos
sensoriales de los animales, lanzando además la hipótesis de que las raíces de
una planta eran comparables a un cerebro. Parece ser que, igual que hacemos
nosotros, las plantas aprenden con la experiencia, y además pueden recordar. Lo
leo en el fascinante ensayo de Chauncey Maher Mentes vegetales. Una
defensa filosófica, donde este profesor de Pensilvania aborda la
cuestión que en tiempos de Aristóteles preocupaba a los sabios y que aún
seguimos tratando de dilucidar: ¿son inteligentes las plantas?
Este libro fue uno de los primeros títulos que inauguró el pasado noviembre el catálogo de la nueva editorial Bauplan, un proyecto que Emilio Pérez Manzuco y Mónica Grandes empezaron a desarrollar en sus largas conversaciones durante los primeros meses del confinamiento, acariciando la idea de acercar la investigación de vanguardia a un amplio espectro de lectores y compartir su pasión por el proceso del aprendizaje: dudar, investigar, descubrir y encontrar respuestas a las nuevas preguntas de nuestro mundo. “Aquellos días, todo nos sugería la posibilidad de un giro en los intereses fundamentales de la cultura, y nos inspiró la idea de una mayor aproximación a la ciencia para establecer las prioridades humanas.”
Bauplan,
como explican en el afiche editorial, es un término con el que los biólogos
clásicos alemanes designaban el arquetipo o plan corporal básico de un ser
vivo, su diseño, cuya plasticidad, adaptabilidad y capacidad de
combinarse con otros seres se pone a prueba y adquiere complejidad a través del
proceso evolutivo. Siguiendo este concepto, la editorial ha creado dos
colecciones: Esenciales, en torno a la filosofía de la naturaleza y la
filosofía de la mente, la neurociencia cognitiva o la conciencia
medioambiental; y Meta-polis, centrada en las ciencias sociales. “Desde
que en abril de 2020 surgió la idea de crear Bauplan”, dice su director Emilio
Pérez Manzuco, “nuestra prioridad ha sido cuidar al máximo la selección
de obras y autores para crear un catálogo coherente que atraiga al lector
especializado y, al mismo tiempo, despierte el interés de un público poco
habituado a la lectura de ensayo de investigación.”
Así lo explica también Mónica Grandes: “Queremos ir conformado un catálogo serio y atractivo a través de los temas que proponemos, con ediciones muy cuidadas y un diseño reconocible de tapas blancas y sobrias tipografías que va a ser nuestra seña de identidad.” Antropología, filosofía, psicología, economía, neurociencia o meditación son los planteamientos de algunos títulos que ya forman parte de Bauplan, que fuera de nuestro país han gozado de mucha aceptación y lectores pero aún no habían sido traducidos aquí.
Entre
estos títulos está Nada. Tres indagaciones sobre el budismo, donde
Timothy Morton, Eric Cazdyn y Marcus Boon iluminan las
conexiones entre el budismo y la teoría crítica occidental. También Filosofía
de la psicodelia, en el que su autor Chris Letheby bucea en la
relación mente-cerebro y en la naturaleza y efectos de las experiencias
psicodélicas con sustancias como el LSD y la psilocibina, partiendo de la eficacia
que han demostrado los recientes ensayos clínicos aplicados a terapias psiquiátricas.
Y en el best-seller Los límites del autoconocimiento (y las
ventajas de conocerlos), su autor Stephen Fleming hace una
aproximación científica al eterno enigma de la autoconciencia: esa capacidad que
tenemos de pensar sobre el propio pensamiento, que nos sirve también para
comprender la mente de los demás. Para ser un poco más humanos, diría yo.
Puede que enero sea el mes ideal para pensar. Fuera hace frío y aquí dentro, mirando el fuego, pienso en mi mente y en la mente de la encina cuyo brazo alimenta las llamas. ¿Qué es una mente?, se pregunta Maher en su defensa filosófica de la inteligencia vegetal. “La neurona típica”, leo en su libro, “parece una planta con las raíces al aire”. Vaya, me digo, nuestras neuronas son plantas. Después de todo, quizá no están tan dormidas ahí fuera y desde su peculiar inteligencia se estén organizando, como un ejército callado y simuladamente quieto, para recordarnos en algún momento que millones de años antes de que llegáramos ellas ya reinaban sobre la Tierra.
Mentes vegetales. Una defensa filosófica.
Chauncey Maher
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