Nuestro mundo


(Escaparate, 2011)

1.  Hace mucho que ya no vivimos en un mundo, sino en un inmenso mercado. Instalados durante años en el espejismo de una economía elástica con ficticio acceso al dinero, hemos trabajado y consumido por igual o hemos trabajado sobre todo para consumir: el mercado perfecto. La crisis nos enferma de confusión y desconfianza; ante las escasas certezas que manejamos, optamos por mantener un modo de vida que se asimile a estos tiempos y tratamos de que encaje en el esquema que teníamos, porque no tenemos otro. Queremos volver a tener lo mismo a pesar de las frustraciones, a pesar de nuestro vacío y del vacío de las cosas, a pesar del tedio. Queremos ese mundo, otra vez. Al precio que sea.


2.  Hojeo una Revista de Occidente atrasada con un monográfico sobre la crisis.  Hay tres o cuatro artículos que hablan sobre causas y posibles soluciones, siempre en términos de macroeconomía. Todos hacen una certera descripción del momento económico analizando los grandes mercados internacionales, de qué manera unas economías arrastran a otras. No son artículos sobre la influencia concreta de la economía en la vida, están escritos con términos como flujos, endeudamiento, convergencia, desequilibrio. En uno de ellos, el autor observa que flexibilizar nuestro rígido sistema laboral contribuiría a una movilidad del factor trabajo. Durante un rato paseo los ojos por las palabras, saltando entre ellas, hasta que pierden significado. En las páginas finales de la revista hay un puñado de poemas de Louise Glück. En sus versos, que siempre contienen preguntas, Glück plasma la realidad del mundo que habitamos para destacar sobre ella complejos matices de sensibilidad, quizá buscando la manera de explicar cómo vivimos, o más bien dónde.
Dejo la revista y llamo a un buen amigo y hablamos sobre cómo nos va a cada uno. Lleva unos meses como colaborador externo en una gran empresa de comunicación, pero van cerrar el departamento para el que había sido contratado, por lo que se queda sin trabajo. En realidad esta empresa forma parte de un enorme grupo que está al borde de la quiebra, y mi amigo tenía en ella un trabajo de subsistencia que no tenía mucho que ver con lo que hacía antes, porque él ha sido durante años un reconocido profesional de enorme talento que  también tuvo su propia empresa, que quebró por culpa de los impagos y le dejó en la ruina. Hablamos durante una hora en la que, además de esto, me cuenta que deja su casa y va a compartir piso con su hermana, periodista en paro, pero que ha pensado en marcharse de aquí aunque no sabe adónde, ni para hacer qué. También me dice que tiene la agobiante sensación de estar fuera de todo, fuera del mundo. Mi amigo solo tiene 45 años, pero dice que está muy cansado, y que se siente cada vez más solo.


3.   FORMAGGIO
El mundo
estaba entero porque
se destrozó. Cuando se destrozó,
supimos lo que era. 
Nunca se curó.
Pero en las profundas fisuras aparecieron mundos más pequeños:
fue una buena cosa que los seres humanos los hicieran;
los seres humanos saben lo que necesitan mejor que ningún dios. 
En Huron Avenue se convirtieron
en un montón de tiendas; se convirtieron
en Fishmonger, Formaggio. Fueran
lo que fueran, vendieran lo que vendieran, su función
era semejante: eran
imágenes de la seguridad. Como
un lugar de descanso. Los dependientes
eran como padres; parecía
que vivían ahí. Por lo general,
más amables que los padres. 
Afluentes
que desembocaban en un gran río: yo tenía
muchas vidas. En el mundo provisional,
me quedaba junto a la fruta,
cajas de cerezas, clementinas,
bajo las flores de Hallie. 
Yo tenía muchas vidas. Desembocaban
en un río, el río
desembocaba en un gran océano. Si el yo
se vuelve invisible, ¿ha desaparecido? 
Fui prosperando. No vivía
completamente sola, sola
pero no completamente, los desconocidos
me rodeaban. 
Eso es el mar:
existimos en secreto. 
Tuve vidas antes que ésta, tallos
de un ramo de flores: se convirtieron
en una única cosa, sujeta por un lazo en el centro, un lazo
visible bajo la mano. Sobre la mano,
el futuro ramificándose, tallos
que terminan en flores. Y el puño apretado–
eso sería yo en el presente. 
Louise Gluck   (Traducción de Mariano Peyrou) 
(La obra de Louise Glück está publicada en nuestro país por la editorial Pre-Textos) 




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