Primavera


Esta primavera las aves han vuelto demasiado pronto.
Alégrate, razón, el instinto también yerra.

                                                                           Wislawa Szymborska



El tiempo está desordenado.

Algo le pasa a la crónica de los días, que no nos deja un relato coherente. La sensación es que todos andamos jugando con la realidad, esforzados en armar con nuestras piezas castillos que no se caigan. Vivimos en un presente con púas, y si alargamos la mano para coger algo nos pinchamos la punta de los dedos. 

El tiempo ha inaugurado otra primavera: enseguida habrá besos y niños en los parques, parecerá otra vez que estrenamos árboles, pájaros, nubes, que hasta el asfalto brilla porque alguien acaba de extenderlo a nuestros pies igual que una oscura tela de raso. La primavera siempre trae sonrisas y paraguas, nos hace andar a veces por la calle como si llevásemos el pecho abierto y cualquiera pudiese entrar dentro. Quizá ahora la realidad se retire un poco para dejar que el sol nos ilumine y nos caliente, para que podamos olvidarnos de lo largo y gris que ha sido el invierno.

Inauguremos la primavera actuando como si no la hubiésemos visto nunca. Por suerte, el asombro que nos provoca la realidad nos deja en la cara ese aire de tonta inocencia. 




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